Lara Quetglas

size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield
size_chart_customfield

Advertencia — Infertilidad, aborto, duelo gestacional

Otras formas de maternar #3
Nacida en el País Vasco, viviendo en Barcelona

¿Qué representa para ti la maternidad?
La maternidad yo, en este momento, la estoy viviendo conmigo misma, desde una imposibilidad de ser madre durante los últimos años. Desde vivir ese proceso y lo que ha supuesto. El dolor que supone cada mes enfrentarse a esta situación, transitar estas vivencias. He conectado con el automaternaje, con el cuidado hacia mí, quererme a mí misma, acogerme a mí. La maternidad es eso también en cierta manera: el cuidar, el acoger, el amar, el alimentar, el sostener… desde el cobijo primero que se crea. Todas estas palabras las asocio a la maternidad, aunque seguramente sea algo mucho más complejo que todo eso. Imagino que tiene que ser una experiencia única e intensa, pero a la vez preciosa a muchos niveles, y que no me gustaría perderme.

¿Podrías compartirnos un poco en qué situación te encuentras? ¿Dónde has estado?
Mi deseo por ser madre empezó hace ya algo más de cuatro años. Yo me imaginaba que sería acto seguido: tener el deseo y quedarme embarazada. Toda la vida había vivido con este miedo, teniendo relaciones sexuales con mucho control para que esto no sucediese. Mi madre se quedó embarazada de mi hermano muy joven, sin esperarlo y sin estar preparada para ello; y mis emociones asociadas a aquel hecho las he vivido de manera compleja. Yo no quería repetir esa experiencia y siempre he vivido con el miedo a quizás quedarme embarazada por sorpresa, sin que fuera mi decisión. Cuando ya lo tuve claro, la sorpresa fue que no fuera así. Al principio lo vivimos de manera natural, sin mucha exigencia. Disfrutamos de la búsqueda, sin sentirnos mal de que no ocurriese. Poco a poco te vas informando, vas a la ginecóloga, miras más seriamente cómo funciona la ovulación, utilizando también técnicas que vas descubriendo para conocerla… vas viendo maneras de conseguir ese embarazo de una manera más mental. Conforme pasa el tiempo, te empiezas a preocupar, a agobiar, vas pensando qué pasa. Nos chequeamos y todo estaba bien. Compartía con amigas que estaban en la misma situación, con impedimentos. Estábamos acompañados por otras situaciones similares. Tampoco todas mis amigas tenían hijos. Durante este tiempo, más de cuatro años, han pasado muchas cosas y mi entorno ha cambiado muchísimo. Lo que antes vivía sin presión, cada vez lo vivo con más presión. Porque cada vez somos más mayores, a tu alrededor ves que van teniendo hijos unos, otros, y que tú sigues en la misma situación. La edad me genera bastante presión. Y el enfrentarme cada mes a la menstruación y la imposibilidad que representa, es pasar de la luz a la sombra todos los meses. Nunca antes había sentido la energía del ciclo tan fuertemente. La ilusión de cada mes, como una nueva oportunidad, y a la vez encontrarme con la sombra: miedos, inseguridad, pensar que va a pasar lo mismo… Es un ciclo que se repite y se hace largo en una búsqueda de embarazo. En el transcurso de este tiempo he tenido varios abortos.

¿Podrías contarnos cómo ha sido el camino?
El enfoque a día de hoy de la medicina tradicional en este tema lo siento incompleto. Al principio sí que fui a hacer una consulta a la ginecóloga, a hacerme un chequeo en la seguridad social, algo básico. Cuando empezamos a hacer las pruebas habían pasado ya dos años. Conozco mujeres que tras seis meses sin conseguir embarazo ya han empezado con reproducciones asistidas. Es una opción maravillosa, pero yo no vibraba con eso, sino que sentía y siento que las cosas suceden por algo, te traen un aprendizaje de vida. Cuando no consigo algo o hay dificultades, necesito escuchar qué pasa realmente, analizarlo, ver de dónde puede venir para intentar sanar. Estos cuatro años han supuesto todo un aprendizaje conmigo misma: conocerme más, prestarme más atención, ver mis bloqueos, conectar conmigo y mis necesidades, con mi manera de ver la vida, con mi esencia. Ha sido reconectar e irme descubriendo profundamente, algo que quizás no estaba haciendo antes. También habían desequilibrios en el momento en el que tomé la decisión de ser madre. Ahora me doy cuenta de que no era mi mejor momento y, con perspectiva, pienso “Menos mal que no fui madre en aquel momento”. Vas entendiendo el por qué de las cosas, las cosas llevan su tiempo por mucho que queramos algo ya y pensemos que es lo mejor para nosotras, quizás no es así y la vida nos lo está diciendo.

Primero chequeas con la seguridad social y te dicen que está todo ok. ¿Qué sucede entonces? ¿Os chequeáis los dos?
Sí, nos chequeamos los dos. Y en este transcurso nos hemos chequeado muchos valores y muchos aspectos diversos. Conforme va pasando el tiempo piensas “Pues igual”. Lo cierto es que yo no era partidaria de hormonarme. Me daba miedo, no le veía sentido. Si la vida no me está dando un hijo/a de manera natural, quizás es porque tiene que ser así, ¿no? No sentía la necesidad de forzarlo mediante un proceso artificial. Pero pasaba el tiempo. Yo hacía mis trabajos internos, diferentes terapias, entre ellas constelaciones familiares porque veía que a nivel familiar había mucha carga alrededor de la maternidad. Ahora mismo todavía me están diciendo que la mayor carga viene de allí, de una carga del clan familiar, donde la maternidad se ha vivido de una manera muy dolorosa, ha habido situaciones entorno a la maternidad muy fuertes, muertes,… todo eso está en nosotras. Es algo que no se ve, que llevamos dentro, que está en nuestro inconsciente y que hay que sanar. Pasaba el tiempo. Mi pareja me ha respetado en todo momento y al final, cuando pasaron dos años y medio - tres, decidimos apuntarnos en la seguridad social a la inseminación artificial, lo menos invasivo. Eran mis propias hormonas y las que me pusieron eran mínimas. El proceso me pareció bastante natural dentro de lo artificial y el trato de las mujeres que nos acompañaron fue un regalo.

¿Cómo habéis vivido el proceso a nivel de pareja?
Lo hemos vivido bien en general. Nos hemos respetado bastante. Agradezco que él me haya acompañado y respetado en mis decisiones y necesidades. Creo que la mujer carga con mucho más peso y que el hombre esté contigo, lo entienda, pueda acompañarte y respetar tus decisiones es básico, ¿no? Si me hubiese presionado en hacer un tratamiento hubiese sido un problema. El sentirme tranquila sabiendo que en casa tengo un espacio seguro, una pareja que me acompaña, que me quiere, es algo que ya es mucho para sobrellevar todo esto mejor.

¿Dirías que esta experiencia os ha unido más?
Creo que sí. Nos ha hecho más fuertes como pareja, ha reforzado la relación. Cada vez tiene más sentido estar juntos porque nos compenetramos y acompañamos, nos ayudamos y nos queremos. Siento que somos buenos compañeros de vida en muchos aspectos. En estas vivencias, que han sido dolorosas, se ha visto reflejado en cómo ha ido todo. Además nos ha unido a muchos niveles y nos ha despertado el placer de disfrutar de nuestra compañía independientemente de la búsqueda. El último descubrimiento ha sido la haptonomía que nos ha despertado sensaciones que no habíamos vivido antes como pareja.

Entonces decidís juntos probar la inseminación. ¿Qué sucede?
Fue un quizás tengo que soltar la resistencia a ello. Quizás mi aprendizaje va por soltar y por no tener mis ideas tan claras. Nos apuntamos a las listas y me llamaron a los tres - cuatro meses. Justo cuando me llamaron iba a hacer un trabajo con una consteladora y otras cosas que pensaba “Esto quizás me ayude y suelte bloqueos”. Así que pregunté si podía esperar unos meses. Agradezco que me dejaran esperar, me dijeron “Llámanos tú cuando estés preparada”. Lo agradecí muchísimo. Ese permiso para estar convencida de lo que iba a hacer fue un regalo. Llamé cuando pasaron unos meses. Vi a otra ginecóloga de confianza con la que hablé sobre mis resistencias a la medicina tradicional y a la ciencia. Ella me hizo plantearme cosas y entonces me abrió una puerta a decir “¿Y por qué no? Claro que sí, lo puedo probar”. Empecé un tratamiento de inseminación artificial en mayo del año pasado y en el segundo ciclo me quedé embarazada. Cuando estás en un tratamiento de este tipo eres más consciente del proceso. Lo vives desde otro lugar. A mí no me gusta nada meterme cosas ajenas perjudiciales en el cuerpo, lo llevo fatal, porque me cuido mucho, miro mucho lo que como, no me medico,... El hecho de hormonarme, por mucho que fuera mínima la dosis, era algo que no me gustaba. Lo intentaba ver con cariño y cada vez que me tenía que pinchar era hacer un trabajo para acogerlo desde un punto más positivo.

Que te quedaras embarazada en el segundo ciclo es relativamente rápido, ¿no?
Sí. Te dicen que el porcentaje de conseguir un embarazo es muy bajo. En nuestro caso fue bastante rápido, con mucha sorpresa y no lo esperábamos.

¿Te hiciste un test?
Sí.

¿Qué sentiste al ver el positivo?
Sentí muchísima alegría y satisfacción, como decir “¡Por fin!”. Sentí que soy capaz. Parecía que ya estaba hecho, ya podía descansar. Alivio. Justo se juntó en un mes en el que nos íbamos de vacaciones. Fue un cuadro porque era agosto y habíamos planeado irnos todo el mes de vacaciones. El problema de cuando llevas tiempo buscando embarazo es que vas posponiendo muchas cosas, al pensar que te vas a quedar embarazada cualquier mes.

¿Actuabas de forma más precavida con tus acciones?
Durante mucho tiempo sí, con todo. Con la alimentación, no beber alcohol, llevar una vida más tranquila,… eres consciente de que estás buscando un embarazo y quizás eso es el problema, que estás demasiado pendiente de ello. Yo sé que la obsesión, el querer controlar todo, querer hacerlo lo mejor posible,… cuanto más deseas algo, más se aleja. La obsesión no ayuda. Pero a la vez no es fácil soltar eso. Tú quieres hacerlo lo mejor posible, todo. Llega un punto, cuando llevas tanto tiempo, que piensas que no puedes parar tu vida, tienes que aceptar, seguir.

El caso es que nos íbamos a ir un mes entero, parte del mes en furgoneta y parte visitando a la familia en diferentes pueblos. Pensábamos irnos ese mismo día, pero la ginecóloga de la seguridad social me dijo que era mejor que nos vieran antes para hacer una ecografía, a pesar de que seguramente no se iba a ver nada. Al hacer un tratamiento te controlan mucho más. Me hicieron la eco a las cinco semanas. Era pronto y, efectivamente, no se veía nada. Entonces me hicieron una analítica para poder confirmar el embarazo. Los valores de la hormona gonadotropina coriónica confirmaban el embarazo, pero no eran lo suficientemente altos o estaban por debajo de los niveles normales en embarazos de 5 semanas. En ese momento me dijeron que podía ser normal, porque hay mujeres a las que les cuesta más que suba. Pero claro, ya te meten allí… Empiezas mal, con miedo. Me pidieron que me hiciera otra analítica a las 24-48 horas para ver la evolución de la hormona. Salimos de viaje hacia Burgos. Fui a pedir la analítica con el informe de la seguridad social y no me la querían hacer. Fui de urgencias a la ciudad y tampoco me quisieron atender. Es una analítica sencilla, pero no lo consideraban de urgencia, a pesar de llevar petición. Al final me la hicieron en el primer pueblo, a los tres o cuatro días. La hormona no había subido lo que debía respecto a la vez anterior. No me podían hacer nada, tampoco una eco, solamente se podía esperar. Unos me decían que podía ser que no prosperara, otros que podía ser que sí… te podías agarrar a ambas posibilidades. Esperé una semana y me hice otra eco para ver algo. Nos dijeron que se veía un saquito, pero no embrión. Que era raro, que podía ser pronto… Todo el rato estábamos entre el sí y el no. No sabíamos. Pasamos así varias semanas hasta que empecé a manchar, fue en la octava semana del embarazo. Fui al baño y manché un poco. Regresé a urgencias. Una doctora me dijo que todo parecía indicar que era un aborto. Me mandaron a casa y me dijeron que, si sangraba mucho, regresara. Al día siguiente volví, me tocó una mujer más positiva que me dijo que no tenía por qué ir mal, que en muchos embarazos se sangra y que era muy pronto para la eco. Ese día nos fuimos más positivos. No sabíamos. Después de esta vivencia creo que lo mejor es dejar pasar el tiempo y no hacerte nada, ni eco, ni analítica y ver y sentir en tu cuerpo si avanza o no.


Imagino las ganas de querer saber.
Sí. Recuerdo a mi ginecóloga de confianza tiempo después aconsejarme “Para la siguiente, no te hagas nada, y ya tu cuerpo te dirá”.

Sin embargo, tú tenías esa necesidad.
Claro. Te dicen que puede ser un comienzo complejo o peligroso, que puede estar implantándose en la trompa u otro lugar y que puede ser muy peligroso si no se ve a tiempo. Son miedos que te hacen pensar que corres peligro y que hay que mirar. El caso es que al final fue un aborto espontáneo. Expulsé los coágulos, fue muy doloroso. Además estábamos fuera de nuestra casa. Fue un aprendizaje de vida a muchos niveles. Estoy muy agradecida a mi cuerpo de haber sido capaz de hacerlo por sí mismo. No me tuvieron que hacer nada, ni tuve que tomar nada. La recuperación fue muy buena. Pasé un par de semanas muy triste, conecté con una tristeza profunda. Pero eso me dio un empuje. Cuando ya me empecé a encontrar mejor fue como un renacer. Creo que ha sido la única vez que he sentido un renacer y encontrarme tan bien, sacando una fuerza que no había tenido antes. Empecé terapia y a muchos niveles fue muy fuerte el cambio. Agradezco enormemente a todos los profesionales que me han acompañado y me siguen acompañando en este camino.

¿Crees que la fuerza vino de ese bebé?
Puede ser. Me han contado muchas cosas…este camino me ha descubierto un mundo nuevo que me tiene fascinada. Entre ellas, que un aborto es como un pacto que tú haces con un alma. Aunque las dos sabéis que no va a llegar a término, hay un pacto de amor entre ambas. Es más complejo que eso… tiene que ver con la reencarnación y las vidas pasadas. Me decían que el hecho de sentirme recuperada tan intensamente es porque había hecho un trabajo muy fuerte de amor incondicional inconsciente, de pactos de vida, fuera de nuestro alcance desde la mente. Esto no lo supe tras el primer aborto, lo supe después. Pero miro atrás y siento que tiene sentido, recordando cómo me sentí tras el primer aborto. No puedo explicarlo con palabras. Quizás un renacer, una fuerza. Si te acompañas en el proceso y lo aceptas, de la sombra pasas a la luz. Si has transitado la sombra a fondo, la luz que viene después es mucho más fuerte y brillante. Yo me di cuenta del aprendizaje, la explicación, entiendo que tenía que ser así. Me ayuda verle un sentido a todo. Lo que voy descubriendo que tiene más que ver con un mundo inconsciente, no palpable y más espiritual, me ayuda a relajarme, a ver la belleza de la vida y a sentirme dentro de un todo que se aleja de mi control. También cuando estaba en el embarazo y me encontraba con los médicos, ellos eran un reflejo de mí, una representación de mis inseguridades. Me encontré con mi espejo. Todas mis inseguridades y miedos los vi materializados allí. Porque estaba llena de miedos e inseguridad. Algo dentro de mí no se sentía merecedora de ese embarazo, como que no me creía que pudiese ser verdad después de tanto tiempo. Hay algo que creo que también va por ahí. Aunque sé que a veces nos cargamos de más carga de la que deberíamos, porque si un embarazo tiene que ser o no tampoco depende de nosotras.

¿Qué pasó después?
Luego hicimos el último ciclo de la inseminación artificial. No funcionó. Fue un bajón fuerte, porque el siguiente paso, una in-vitro, me da mucho miedo, no estoy preparada para ello. Más tarde, en febrero de este año me quedé embarazada. Nuestra sorpresa fue que sucedió de manera natural. Fue increíble porque no lo esperábamos para nada. En esta ocasión estaba semana santa de por medio y decidimos cambiar de planes y quedarnos en casa, tranquilos y sin movernos. Yo pensaba que si tenía que pasar algo, mejor en casa. Lo transito para bien o para mal en casa. Me hice un test cuando habían pasado ocho días de retraso.

¿Qué sentiste?
Mucha alegría y felicidad, pero a la vez volví a conectar con los miedos. Esta vez había sido de manera natural y por ese motivo creí que esta vez sí, que mi cuerpo estaba preparado. Pasaron las semanas, hacía vida normal, no quería obsesionarme, quería vivirlo de manera tranquila. Se me contracturó muchísimo la boca y al visitar a mi dentista ella me contó que eso podían ser miedos no exteriorizados. Tenía todo el sentido. Quizás al querer yo llevar el embarazo de forma más tranquila no estaba escuchando los miedos, no los dejaba salir, ni prestaba atención.

Entiendo que habiendo vivido la experiencia previa, tuvo que ser todo algo difícil y duro, porque ya sabías lo que podía ocurrir, ya lo habías vivido.
Claro. Yo quería mantenerme positiva. No estaba exteriorizando, ni compartiendo, ni sacando los miedos. Pronto empecé a sangrar también. Llamé y me dijeron que era normal, que muchas mujeres sangran durante el embarazo. Pasé una noche horrible, no me ha dolido todo nunca tanto en mi vida. Tomar algo me hubiese ayudado a dormir y a no sentir, pero me gusta sentir lo que me está pasando. Conectar con el dolor igual que conecto con la alegría. Fue muy doloroso físicamente, nada que ver con la primera vez. Al día siguiente empecé a expulsar coágulos, como la vez pasada. Esta vez lo guardé, lo quería enseñar en urgencias para saber qué estaba pasando. Lo llevé, pero no le prestaron ninguna atención. Al final fue otro aborto espontáneo. Me hicieron una analítica y lo confirmaron. Planté el coágulo en el limonero de casa, de manera simbólica. Para poder darle espacio. Fue como un ritual. En el primero, al ser fuera de casa, no hice un ritual de cierre ni despedida. Esta vez sí. Mi terapeuta me aconsejó darle un espacio para transitarlo, poner conciencia en lo que ha pasado para ayudar a sanar. Me sucedió de nuevo lo mismo, saqué una fuerza increíble en mí. Las dos veces han sido tan tristes como fuertes y un despertar a muchos niveles.

¿Crees que estas experiencias se pueden “sanar”? ¿Es esa la palabra?
Depende. En mi caso, creo que sí que he sanado muchas cosas. Hablo de mí. He aprendido con esto a quererme más. Al final es lo importante. Siempre va a faltar algo. Si me meto en la falta de “No tengo un bebé”, si me meto ahí, en esa falta, entro en bucle y es horrible, no salgo. Siento mucha tristeza e impotencia, pero estoy en el camino de aprender a quererme tal y como soy, a pesar de lo que tenga, de lo que sea, de los logros, de todo lo que sea capaz de hacer, de lo que me rodee… A mí la infertilidad en este caso y los abortos me han ayudado a hacer un trabajo fuerte de quererme, de conectar conmigo, de conocerme cada día más, respetarme. Me ha ayudado a conectar con todo eso, a conectar con lo más profundo de mi ser.

¿Cómo te encuentras a día de hoy?
A nivel físico muy bien. Tras el segundo aborto, a los quince días me bajó la regla. Tuve una regla con mucha sangre, pero sin dolor, la mejor regla de mi vida. Mi cuerpo se recuperó de manera muy muy fácil. Estoy muy agradecida. A nivel mental, todavía cuando me baja la regla… Al haber vivido dos embarazos bastante seguidos, pienso que puedo volver a conseguirlo otra vez. Ahora estoy todavía más convencida. Cada mes tengo la confianza, pero a la vez cada mes, al encontrarme con la regla… Hay días al mes que conecto con que cada vez somos más mayores. Me agobia la edad y me agobia que la mayoría de mujeres a mi alrededor tienen ya más de un hijo. Eso me hace daño. Si me meto en la comparación, me agobio. Si estoy centrada en mí, conectada, estoy muy bien, estoy muy satisfecha con mi vida. Cuando empiezo a comparar, me desequilibro. Lo mismo me pasa en otros aspectos de la vida. En las redes sociales, igual por mi trabajo, cada día me llega información de madres o de niños. Gestionar eso a nivel emocional es lo que peor llevo. Pero, a parte de eso, cada día me encuentro mejor, más liberada y más conectada conmigo y con el placer de vivir.

¿Puedo preguntarte cómo ha sido para ti el proceso de diseñar un sujetador de lactancia con todas estas vivencias ocurriendo a la vez?
Justo terminé el sujetador y cuando ya quedaba poco para lanzarlo estaba embarazada. Qué sincronía.

¿La idea vino desde tu deseo de maternar?
Sí. Desde que empecé a hacerlo hasta el lanzamiento igual pasó año y medio. Todo ha sido durante la búsqueda y se me han movido muchas cosas. Vender algo que es para dar el pecho, pero que a la vez lo puede llevar cualquier mujer, me parecía una idea muy bonita reflejar en cierta manera lo que yo estaba viviendo, simbólicamente. Hicimos también un círculo de mujeres cuando lo lancé, todavía no he compartido las imágenes, pero hablamos del concepto “maternar”, maternar una vida y maternarse a una misma, maternar un proyecto,… fue justo después del aborto. Siempre me ha ayudado mucho compartir y exteriorizar lo que vivo. En el compartir te encuentras con mujeres que han vivido experiencias parecidas y eso te hace sentirte acompañada, que no estás sola. El hecho de sacar el sujetador, que obviamente me hubiese gustado hacerlo embarazada o teniendo un bebé, me ha ayudado. Me ha parecido bonito como ha sido. No he contado nada al compartirlo, pero yo sí que lo sabía.

Qué fuerza.
La marca me ayuda a transitar muchos momentos, es otro aprendizaje increíble, a muchos niveles. Es parte de mí y de mis emociones.

Antes de terminar, me gustaría saber si la relación con tu madre ha cambiado durante todo este proceso: desde el deseo de ser madre, las dificultades, los abortos,… ¿te has acercado de algún modo más a ella o quizás ha cambiado algo en vuestra relación?
Nuestra relación de base estaba muy bien, con las cosas típicas de madre e hija, pero es una relación en la que nos podemos expresar con libertad, compartir nuestras emociones y acompañar en lo que estamos viviendo, algo que siempre he agradecido mucho, sentirme escuchada, acompañada y libre a la vez. Mi madre vivió una situación muy diferente, todo lo contrario a mi situación digamos en torno a la maternidad, pero a pesar de eso ha estado presente en el mío desde un lugar de respeto, acompañamiento y amor. Y con todo este aprendizaje de los últimos años, creo que me ha ayudado a tener una relación más madura por mi parte tanto con mi madre, como con mi padre, a ir aprendiendo a relacionarme desde otra posición. También a tomar mi lugar en la familia de procedencia y a ir sanando patrones y soltando cargas.

¿Crees que en la sociedad en la que vivimos la infertilidad es un tabú?
Creo que cada vez menos, y menos mal. Tenemos la suerte de poder hablarlo. Cada vez hay más proyectos que trabajan y hablan sobre la infertilidad. Aunque aún conozco mujeres que lo han vivido en secreto. En mi caso, al compartirlo desde el inicio, me he encontrado con mujeres abiertas a hablar del tema, a compartir. Me he sentido muy acompañada. Lo que sí he sentido es que las mujeres que ya tienen sus hijos o que están embarazadas, inconscientemente, giran sus conversaciones en torno al embarazo o a los pequeños. Lo entiendo, están viviendo ese momento. Y depende de la fuerza emocional con la que te pille pues lo vives mejor o peor y a veces esto me ha generado tristeza, porque yo estoy en otro lugar y no han sabido entender lo que yo estaba pasando, o verlo. Entiendo que cada uno está con su historia, es así. Pero sí que ha habido tristeza o me he sentido fuera de lugar, por estar pasando unas vivencias muy distintas. Impotencia por no conseguir embarazo. Eso me ha hecho mucho daño. En el momento intentar que no se te note, intentar llevarlo bien,… no me gusta decir nada, es natural, tengo que convivir con ello. Es duro porque sin querer te alejas. Las amistades toman diferentes rumbos con los momentos vitales y van apareciendo personas que vibran en sintonía con el momento que estás. Y siento que por miedo a hacerme daño, hay amigas o familiares que prefieren no sacarme el tema, pero sinceramente, como con cualquier problemática, creo que compartiendo experiencias se vive la vida mejor y se quita peso a la situación aunque a veces se tenga que atravesar esa tristeza y se tenga que compartir desde ese lugar no tan agradable.

¿Qué crees que va a pasar ahora?
Bueno, estamos apuntados a lista de espera para hacer in-vitro. Pero estoy hecha un lío. Confío en que el embarazo llega de manera natural. A la vez, no quiero perder la oportunidad.

¿Qué pasaría si el embarazo llegara por in-vitro?
No lo sé, no sé qué voy a sentir. Hay días que siento que en el momento que me llamen, adelante. Otros días siento que necesitaría tiempo para decidir. Tengo muchas amigas que han conseguido embarazo por in-vitro, pero yo siento muchas resistencias aún, me cuesta conectar con algo tan artificial. Siento miedo hacia los efectos de las hormonas, a cómo puedan afectarme, a pesar de que parece que es seguro, no se conocen los efectos de las hormonas en el cuerpo a largo plazo. También que me saquen los óvulos. El proceso me asusta. Pero también pienso que mi trabajo está en rendirme al como tenga que ser, soltar el control y vivir la experiencia como sea que tenga que venir.

¿Experimentar la vivencia puede ser una manera de enfrentarse al miedo?
Sí. Si lo tengo que pasar, lo haré. Podemos controlar lo que podemos controlar. Esto se escapa totalmente de mi control. Por mucho que intente hacer todo lo mejor posible. Es confiar. Confianza en una misma y en la vida. Y pensar que la vida siempre te da lo que es mejor para ti en cada momento. Soltar el cómo y el cúando.

— Fotos: Silvia Conde