Birthing Pool #1 Esto es lo que tú querías
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An Ode to Mother nació hace casi 5 años, tras el nacimiento de mi primer hijo. En aquel momento, mi primera idea era crear una tienda online donde vender productos dedicados a las madres, donde estuvieran mis productos favoritos de por aquel entonces. De hecho, la parte de blog con entrevistas iba a ser algo secundario. Sin embargo, a medida que empecé a realizar las entrevistas para crear contenido, me di cuenta de lo placentero que era escuchar las historias de otras mujeres. El resultado fue que nunca hubo un online shop. Aunque es cierto que hace dos años me propuse hacer un pañuelo a modo de merchandising. Por cierto, quedan algunas unidades disponibles.
El caso es que, tras todos estos años con el proyecto, me siento con ganas de compartir mis propias vivencias. Me gustaría verlo como una especie de columna íntima en el blog idealmente publicada cada mes. Pero la realidad es la que es, soy mamá de tres criaturas y mi tiempo es más que limitado. En cualquier caso, aquí tenéis el primer artículo sobre el parto de mi bebé LL el pasado septiembre. Éste ha sido sin duda el highlight de mi año, un año de los más duros y a la vez inolvidables gracias a su llegada.
La semana pasada nuestra hija LL nació aquí, en casa, rodeada por sus hermanos, su papá y las dos comadronas guardianas que habíamos elegido para el viaje. Ese día me levanté con contracciones irregulares y no dolorosas. Las había tenido durante semanas, así que no pensé que me iba a poner de parto ese mismo día. Teníamos que ir a Barcelona a renovar el DNI de nuestro hijo. Recuerdo conducir con contracciones, estar esperando en la comisaría de policía con contracciones, comer en casa de mis padres con contracciones. "No haces buena cara", me dijo mi madre nada más llegar. Durante la comida, empecé a sentir más molestia y recuerdo apretar la rodilla de Marcus debajo de la mesa mientras duraban. Me di cuenta de que empezaban a ser regulares, por lo que dije que teníamos que irnos rápido. Antes de marchar, mi madre preguntó "¿Estás de parto?". Y yo pensé que las madres siempre saben (sabemos) todo. Volvimos a casa, en lo que fue una hora en coche eterna, con contracciones regulares cada 8 minutos. Cuando llegamos, llamé a Marta, nuestra comadrona, para decírselo. Me respondió que volviéramos a llamarla en unos 30 - 40 minutos. De repente, las contracciones eran cada 4 minutos y su intensidad cada vez más elevada. Volvimos a llamarla enseguida y se puso en camino. A partir de este momento, lo que recuerdo es algo más borroso y alejado...
Me metí en la bañera del baño, donde Marcus enchufó una lámpara de sal y donde mi hijo pequeño me traía de beber y me hacía masaje con el agua caliente mientras preguntaba "¿Estás bien, mamá?". El agua caliente me ayudó muchísimo. También oler aceite esencial de lavanda y un mix de aceites que una buena amiga me había preparado para ese momento. Mientras esperaba a Marta, todavía una parte de mí todavía dudaba de si era o no parto. Decidí sentir si LL venía y noté totalmente la cérvix dilatada y su cabecita asomando. Marta e Ingrid llegaron y prepararon la piscina de partos en el comedor. Recuerdo oír las risas de los niños de lejos, como en un sueño, alejados. Marta me ayudó a trasladarme de una bañera a la otra entre contracciones. Más agua. Agua caliente. Mi cuerpo agradeció tanto el cambio, por fin podía mover las piernas. Recuerdo el momento de duda, de creer no poder, y a Marta hablando de mi fuerza. Marcus estaba frente a mí, con su mano y ofreciéndome una toalla para agarrar e incluso morder de dolor, si fuera necesario. Y lo fue. Me miraba a los ojos, nunca olvidaré nuestras miradas sostenidas, con mis ojos seguramente llenos de dolor. Empecé a gritar y gemir con cada contracción. Los niños se calmaron, bajaron a tierra totalmente, sorprendidos me miraban. A decía que la veía asomarse. En este punto pasó algo que todavía no sé muy bien explicar. En el parto anterior, recuerdo luchar contra el dolor en vez de rendirme a él y la comadrona de la casa de partos de entonces me dijo "Esto es lo que tú querías". Esa frase apareció en mi mente, de la nada, casi tres años más tarde. Sin embargo, esta vez mi reacción fue muy distinta. Pensé "Sí, este es el parto que yo había deseado". En casa, frente al bosque, con los niños, con mi pareja al lado sosteniéndome, con las comadronas que he elegido, con agua en piscina de partos, e incluso rápido. Todo estaba sucediendo como había manifestado. Una parte de mí no lo podía creer y no lo podía aceptar. Y hubo un clic de aceptación, de rendirse al dolor y abrazar el presente. Hubo un pensamiento sobre merecer o no y tomar o no ese parto como estaba sucediendo. Pensé que sí y solté la lucha. Me rendí al dolor.
Marta me recomendó tocar la cabecita a LL con cada contracción, para conectar con ella, enseñarle el camino, notar que estaba cerca. Y así era. Lo estaba. Ingrid me masajeaba la espalda con calma y me acordé de lo último que me había dicho mi ginecóloga: "Pon la espalda baja hacia atrás para dejar espacio al bebé". Lo hice. La presión era infinita y pensé que literalmente iba a romperme. Con la siguiente contracción salió la cabeza. Y tras eso, la pausa más larga entre contracciones de parto jamás vivida. Con la siguiente LL salió y Marta me ayudó a cogerla y colocarla en mis brazos, sobre el pecho. Empezó a llorar, creo que yo también, estaba tan en shock con lo que había pasado, no podía creerlo. Todavía lo estoy. Fue un parto muy rápido, intenso y salvaje. Y a la vez con mucha calma gracias al agua y a las guardianas escogidas.
El alumbramiento de la placenta fue a los pocos minutos. No tuve puntos. Me encontraba en mi casa, como había deseado. Los niños fueron testigos del proceso, también del corte de cordón y entendieron cómo LL había salido de mí y ya estaba entre nosotros. Me siento muy agradecida a la vida de que la experiencia fuera así. Agradecida por todo el poder femenino que ha movido este embarazo y parto, que ha rodeado a mi bebé. Gracias a Marta e Ingrid, por todo su cariño, amor y presencia. Eterno agradecimiento a ambas.
Sí al parto en casa, sí al parto en el agua. Ojalá en Catalunya y España lo cubriera la seguridad social, como en tantos otros países europeos. Sí al increíble trabajo de las comadronas, guardianas de momentos tan fuertes llenos de vida. Sois luz en un mundo oscuro.
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Birthing Pool está escrito por Silvia Conde Oliván, creadora del blog An Ode to Mother